"Había el teatro
(Griffith), la poesía (Murnau), la pintura (Rossellini), la danza (Eisenstein),
la música (Renoir). Pero desde ahora hay el cine. Y el cine es Nicholas
Ray" Jean
Luc Godard
Scorsese dijo de Johnny Guitar que era un western
original. Yo me atrevo a decir que no es un western. Y no porque le falten forajidos,
asaltos a diligencias, caballos o polvo. Pero Johnny Guitar es a la vez un
filme noir, un melodrama y una cinta de aventuras/acción. Y si alguien osara
decir que es una película de gánsteres, yo no podría discutírselo. Que un
director de género pueda rodar filmes redondos en otros terrenos dice mucho a
su favor, seguro que es uno de los grandes. Pero cuando un cineasta logra
engranar elementos tan diversos en una sola cinta consiguiendo que funcione
perfectamente, indudablemente convierte al filme en una obra maestra y a
Nicholas Ray en uno de los mejores.
Johnny Guitar (1954) es un
western inusual que nació por encargo. Resultó de la adaptación de la novela
original de Ray Chanslor que llevaba el mismo título y que se publicó en 1953. Dato
importante: Chanslor dedicó la novela a su amiga Joan Crawford.
Ray dijo de la obra que «era
completamente nula» y el guionista que firmó los créditos, Philip Yordan, se refiririó a ella como «un libro idiota que
no tenía ni pies ni cabeza». El proyecto
nació de Joan Crawford, que se había hecho con los derechos de adaptación de la
novela y tras conseguir que la produjera Republic Pictures (entonces era una
productora de segunda especializada en westerns y películas de serie B) solo le
quedó que Ray y Yordan se sumaran para poder introducir un montón de cambios en
la historia. Se empeñó a fondo en que su personaje fuera el verdadero
protagonista masculino del filme: «no tengo un papel, solo estoy aquí con las
botas puestas y tengo unas escenitas estúpidas. Quiero un tiroteo final en vez
de estar entreteniéndome en una esquina. Dejemos que Sterling (Hayden) sea el
que esté en una esquina. Quiero ser el hombre en este filme».
No debió ser fácil
para Nicholas Ray trabajar este rodaje siendo la actriz principal una de las divas más
reconocidas del Hollywood clásico, propietaria además de los derechos de
la novela y con unos aires de grandeza difíciles de dominar. Para Ray fue un
infierno de rodaje, un episodio tan amargo que se prometió que jamás volvería a
dirigir a Crawford. Y lo cumplió.
Sin embargo, y con todas las trabas e
imposiciones, Ray consiguió hacer del filme una obra personalísima, de autor y
hoy en día considerada de culto.
Nicholas Ray y Joan Crawford |
La acción arranca
en un pueblo de Arizona en el que se espera la llegada del ferrocarril. Vienna
(Joan Crawford) es una mujer fuerte y determinada propietaria de un saloon a
las afueras del pueblo que espera que la llegada de nuevos pobladores llenen su
local. Para protegerse del hostil oeste decide contratar un rápido y hábil
pistolero, Johnny Logan (Sterling Hayden). Sin embargo cuando llega, lo hace
desarmado. Trae solo una guitarra. Y se hace llamar Johnny Guitar.
La primera parte de la película
transcurre dentro del local de Vienna, con unos fantásticos planos picados y
contrapicados que la sitúan a ella en el primer piso del saloon, con pleno
poder sobre los que son sus empleados, todos hombres.
Joan Crawford insistió en rodar en interiores para disimular su edad |
La secuencia es
magistral. Rodada en tiempo real, está cargada de diálogos que bien podrían encajar
en el mejor cine negro y sirve para presentar a todos los personajes de la
historia, sus pasiones, sus rencores y sus desconfianzas. Es además donde
aparece por primera vez el otro personaje femenino de la cinta, Emma Small (Mercedes
McCambridge) quien protagonizará el verdadero
duelo con Vienna. Emma llega al saloon con
el cadáver de su hermano (propietario del banco) al que acaban de asesinar en
un asalto a la diligencia. Acusa del
crimen a Dancing Kind (Scott Brady) y su banda, que viven de explotar una mina
de plata oculta en las montañas. Su propósito es aniquilar a Vienna, a quien
envidia, y a Kid, su amante, por quien Emma siente una profunda pasión que
reprime. Emma tiene el apoyo del sheriff y de John McIvers (Ward Bond), un rico
heredero al que no le gusta la llegada del ferrocarril. Todos ellos representan
a la intolerancia, el miedo a lo foráneo y el desprecio al progreso. En ese
punto empieza una verdadera caza de brujas, un linchamiento sin escrúpulos
donde la justícia (representada por un impotente sheriff) queda relegada a un
mero y fútil espectador.
La escenografía es un punto fuerte del filme |
Imposible no ver
en la trama una referencia más o menos explícita a la cacería de brujas que se
estaba produciendo en Estados Unidos entonces y en la industria de Hollywood en
particular. Ni el propio Nicholas Ray se salvó del impacto del macartismo, ya
que por lo visto ofreció un testimonio privado ante el senado del que existen
pocas referencias.
No salió tan bien parado el
protagonista del filme, Sterling Hayden, quien delató ante el Comité de
Actividades Antiamericanas a compañeros afines al partido comunista. Sumido en
la culpa y el arrepentimiento muchos dicen que Johnny Guitar es una especie de redención. Pero lo cierto es que
nunca se recuperó y aunque rodó magistralmente con Kubrick Atraco perfecto (1956) y Dr.Strangelove (1964) nunca se le tuvo mucho en cuenta.
Pero no se puede
hablar de Johnny Guitar sin hacer
referencia a la que puede ser una de las mejores secuencias de amor (y desamor)
de la historia del cine. Siempre con el consentimiento de Ilsa y Rick, claro. Es especialmente bella por sus diálogos
(noir, me atrevería a decir) pero además cuenta con toda la gestualidad, la perfecta
iluminación y un vestuario de lo más cuidado. Todo es tan medido y acertado que
es imposible no considerarla una maravilla intemporal de la historia del cine.
No quisiera pasar por alto la banda
sonora, que a mi parecer está tan a la altura en el filme como otros elementos (el vestuario o la puesta en escena). Victor Young compuso un tema de amor
tan bello como triste, envolviendo perfectamente la pasión entre Johnny y
Vienna en esa magnífica escena que les regala finalmente esa segunda
oportunidad.
No en vano la pongo al mismo nivel
que el tema de amor de Espartaco de
Alex North, y la considero tan meritoria para el éxito de la película como la
propia interpretación de los protagonistas.
Entrar en los
detalles técnicos sería interminable. Y ya se sabe que en las obras maestras
cuadra todo, no hay fallos. Sólo me entretengo en dos aspectos importantes: el
color y el vestuario. Ambos muy relacionados y tan cargados de simbolismo que
no es de extrañar que se considere a Johnny
Guitar una “ópera barroca” o un “western abstracto”.
Nicholas Ray supo sacar todo el
provecho al Trucolor, una técnica de procesado de color basada en el bipack
color photography, considerada ya entonces obsoleta y que era exclusiva de la
productora Republic Pictures. Su ventaja: era mucho menos costosa que el
Technicolor (tres tiras de fotogramas a la vez). Ray llena de colores vivos los
vestidos, camisas y pañuelos de sus protagonistas, enfatizando lo pasional de
sus carácteres y dejando al blanco y al negro para los momentos más dramáticos y
trascendentales. Sólo así se entiende porque Vienna escoje un precioso vestido
de fiesa blanco para esperar, sola, su linchamiento. Como si de una novia se
tratara.
Trucolor en Johnny Guitar |
Johnny Guitar es una película sobre outsiders hecha por outsiders; Joan Crawford tenía por aquel entonces 50 años (12 más que Sterling Hayden) y unas terribles ganas de sobrevivir. Nicholas Ray fue siempre el director rebelde de Hollywood, alcoholizado y desubicado después de perder a su amigo James Dean a quien dirigió en Rebelde sin causa (1955), y sólo recogió proyectos que desdeñaban otros. Tras el fiasco monumental de 55 días en Pekín (1963) que abandonó sin terminar, Ray se alejó de las cámaras. Murió apartado y sin la consideración que merecía. Hoy, es un director de culto.
Me tomo la licencia de decir que Johnny Guitar es un atrevido drama
antibelicista que da un merecido valor a la redención y al volver a empezar.
Y también me gusta pensar, que es la
segunda oportunidad que no tuvieron y se merecían Gloria Grahame y Humphrey Bogart en In a lonely place (Nicholas Ray, 1950).
Johnny
Guitar es Nicholay Ray. Y yo, no puedo estar más de
acuerdo con Godard.