domingo, 31 de mayo de 2020

La Haine (El odio)

Es la historia de un hombre que cae de un edificio de 50 pisos. Para tranquilizarse, mientras cae al vacío, no para de decirse: “Hasta ahora todo va bien. Hasta ahora todo va bien. Hasta ahora todo va bien”. Pero lo importante no es la caída, sino el aterrizaje.

Se cumplen 25 años de “La Haine” (El Odio), película francesa dirigida por Mathieu Kassovitz y que se llevó el premio a la mejor dirección en el Festival de Cannes en 1995, además del César a mejor pelicúla en su país natal. Entonces Kassovitz tenía solo 28 años y ya era consciente que dejaba una obra universal e imperecedera, que se ha acabado convirtiendo en un clásico referente del cine francés.

El equipo de La Haine en el festival de Cannes

La acción se situa en les banlieues, las periferias de París, ciudades dormitorio edificadas en la década de los 60 por el gobierno de De Gaulle con la intención de realojar toda una masa de población migrante que se hacinaba en barrios de chabolas en unas condiciones insalubres. Sin embargo, estos barrios de torres altas tipo colmena, construidos rápido y con materiales de baja calidad, concentraron a la población racializada convirtiéndolos en guetos. Exclusión social, racismo institucional y violencia policial. Inevitablemente desencadenaron en violentos disturbios callejeros que empezaron ya en la década de los ochenta.

En 1993, un joven musulmán llamado Makome M’Bolowe fue asesinado por la policía francesa de un disparo en una comisaría de París. Un oficial apretó el gatillo por error intentando intimidar el joven. Este incidente provocó una semana de violentos enfrentamientos entre jóvenes de les banlieues y los cuerpos policiales y le sirvió a Mathiew Kassovitz para empezar a escribir el guión de La Haine que rodaría dos años después. 

La cinta narra las vidas de Vinz (Vincent Cassel), Saïd (Saïd Taghmaoui) y Hubert (Hubert Koundé) tres jóvenes de étnias diferentes (judío, árabe y de ascendencia africana respectivamente) que viven en el mismo barrio pero con visiones diferentes de la vida. Todos ellos son amigos de Abdel, al que la policía ha dejado en coma tras una paliza en los duros y contínuos disturbios. Vinz es el más violento y visceral, y siente que debe vengar a Abdel si éste muere, matando a un policía. Hubert pone la cabeza. Ya ha estado en prisión antes, tiene a su hermano mayor en ella, y sabe que el odio solo engendra odio. Solo piensa en marcharse del barrio y empezar en otro sitio. Intenta evadirse de la violencia callejera practicando el boxeo, pero a consecuencia de los disturbios el local donde solía entrenar queda calcinado. Kassovitz lo deja claro: la imposibilidad de salir, pese a la voluntad del personaje. Saïd es la nota de humor en el filme y además del pacificador entre Vinz y Hubert, que tienen contínuas rencillas por su diferente visión del mundo y por el sentido de la violencia en él.



La acción se complica cuando Vinz les confiesa que esconde un arma, el revólver que perdió un policía la noche de los disturbios y que se ha convertido en una especie de trofeo para estos jóvenes perdidos.

"Hay que ganarse el respeto”, menciona el judío. “¿Matando a un policía? En la escuela me enseñaron que el odio engendra odio” le replica Hubert. “ Yo no fui a la escuela. Soy de la calle, y en la calle te enseñan que si pones la otra mejilla te dan por el culo”.

La Haine es una historia de abandono, de personajes fuera de la sociedad que pasan los días vagando por las calles, mendigando y delinquiendo para ir subsistiendo, completamente fuera del sistema. Sin pisar las aulas, sin trabajar, no pertenecen a nadie ni a ningún lugar. La policía es símbolo de abuso de poder y represión y concentran su lucha en ella. Aún a sabiendas que tienen las de perder, siempre.

La estructura narrativa de la película es un punto fuerte. Toda la acción se sucede en 24 horas que se cuentan cortadas en capítulos que anuncia un reloj digital. Este recurso aporta tensión a la historia y da importancia al montaje. Un montaje estupendo, a cargo del propio realizador. No en vano Kassovitz es el hijo de una gran montadora de cine francés, Chantal Rémy y de un director y guinista de cine húngaro, Peter Kassovitz. La cinematografía es sin duda otro puntal del filme. Estrenada en blanco y negro, aunque rodada en color, el director pensó que si no tenía éxito la reestrenaría en color. Evidentemente fue un acierto tal y como está, la fotografía dota de potencia visual y dramatismo a las imágenes. Los claroscuros parecen magnificar aún más las angulosas facciones de Vincent Cassel, volviéndolo más violento.



En cuanto a la música, el rap y el hip hop se cuelan y se hacen omnipresentes como elementos clave  de la subcultura. En una de las escenas más famosas, un conocido Dj (Cut Killer) aparece en su habitación, ventanas abiertas, ofreciendo a todo el vecindario la pieza Nique la police (Jode a la policía), una mezcla entre N.W.A, KRS One, Suprême NTM y Edith Piaf, la cual se ha convertido en un himno para el extrarradio francés.

Se dice que La haine  fue profética en su momento, por los graves disturbios en estos mismos barrios en 2005, sin embargo a mi parecer no lo es. Es una confirmación más de la dejadez de las políticas sociales, responsable de la cronificación de la desigualdad y la perpetuación de los guetos. Abono perfecto para los nacionalismos más extremos.

En una entrevista a “El periódico” en 2017 Kassovitz se muestra tajante ante la pregunta:

Usted se dio a conocer cuando dirigió 'El odio' (1995), que retrataba la rabia de las minorías raciales de París. ¿Podía imaginar entonces que a día de hoy la película tendría plena vigencia? Estaba seguro. Los ataques terroristas que ha sufrido Francia en los últimos tiempos son consecuencia directa del tipo de clima social que yo retraté en 'El odio'. Estaba seguro de que, si no empezábamos a respetar a las minorías, en algún momento ellas dejarían de respetarnos a nosotros. Pensé que con la película podría contribuir a arreglar las cosas, pero no logré nada.

La haine es una pieza cumbre de nuestro tiempo, los cuatrocientos golpes rodada en los noventa, que devendrá igual de moderna que la obra de Truffaut.


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